María Isabel Salvat Romero nació -el 20 de febrero de 1.926- en el que hoy es el número 25 de la calle Claudio Coello en pleno corazón del Madrid de los Austrias, vía señorial cercana al Parque del Retiro y a la Puerta de Alcalá.
En la mansión madrileña en la que nació la futura monja, murió el poeta romántico sevillano Gustavo Adolfo Bécquer un 22 de diciembre de 1.870.
Frente a esta casa se ubica en la actualidad el restaurante Giralda IV...¿casualidades o causalidades?. Era hija de Ricardo Salvat Albert, malagueño, y de Margarita Romero Ferrer, madrileña, siendo la tercera de ocho hermanos.
Fue bautizada en la Parroquia de la Concepción en la madrileña calle de Goya. Completó sus estudios primarios y el bachillerato en el colegio de las Madres Irlandesas de la calle Velázquez, en el que recibió su primera comunión con seis años.
Al estallar la Guerra Civil en julio de 1.936 la familia se trasladó a Figueira da Foz (Portugal), regresando un año después a España e instalándose en la capital donostiarra. Finalizada la guerra la familia volvió a Madrid.
La adolescencia de María Isabel transcurrió en un ambiente cultural y religioso muy significativo. Era una joven elegante, de alto nivel social, guapa, simpática y muy ocurrente; aunque poco habladora; su porte elegante y señorial denotaba un alma llena de Dios.
Era muy atractiva y tenía muchas amigas, todas ellas pertenecientes a un nivel social alto, entre las que Mª Isabel era muy querida. Acudió a fiestas y alternó con amigos pertenecientes a familias conocidas de sus padres.al mismo tiempo su vocación seguía madurando en su interior.
Con su amiga Maricar Ibáñez (que posteriormente se haría irlandesa) solía visitar conventos. Así, en 1.942, tuvo lugar su primer encuentro con las Hermanas de la Cruz. Su vocación encontró la complicidad materna, no así la paterna que trató -por todos los medios- de evitar que se convirtiera en monja.
Al alcanzar la mayoría de edad, el 10 de diciembre de 1.943, hace la Consagración a la Virgen y recibe la medalla de hija de María de su colegio de las Irlandesas. El 21 de julio del siguiente año aprueba el bachillerato superior en la Universidad de Madrid. El 8 de diciembre de 1.944, con 18 años de edad ingresó como postulante en el Instituto de Hermanas de la Compañía de la Cruz en Sevilla. El 9 de junio de 1.945, tomó el hábito bajo el nombre de Sor María de la Purísima de la Cruz. El 27 de junio de 1.947, hizo su profesión temporal, y el 9 de diciembre de 1.952, los votos perpetuos.
Fiel seguidora de Santa Ángela y observadora intachable de las reglas del Instituto, mantuvo intacto el carisma fundacional.
Con anterioridad a ser elegida Madre General en Sevilla, estuvo destinada en Lopera (Jaén), Valladolid, Estepa y Villanueva del Río y MInas. En todos estos destinos ejerció como directora del colegio. En 1.966 ostentó el cargo de Maestra de Novicias. En 1.969 el de Provincial y en 1.970 es nombrada tercera consejera general. El 11 de febrero de 1.977 fue elegida Madre General, cargo que ostentaría durante 22 años, al ser reelegida por unanimidad en 1.983, 1.989 y 1.995.
Austera y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las casas pequeñas y se entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los internados.
También los pobres y enfermos ocupaban un lugar privilegiado en su corazón. Así atendía con verdadero cariño a las ancianas enfermas. Diariamente por la mañana iba para atenderlas: las lavaba, les hacía la comida, les lavaba la ropa. Y siempre se reservaba los trabajos más duros y penosos.
Gobernó la Compañía con incansable celo y gigante espíritu de Hermana de la Cruz. Su ideal fué hacer vida el carisma de la Santa Madre Fundadora y con su vida sencilla, humilde y llena de fe, supo dar ejemplo. Fue fiel seguidora de su obra, y ha dejado en el corazón de todas sus hijas deseos ardientes de imitar su amor a Dios y a su Santo Instituto.
Como Madre General asistió a la beatificación de Santa Ángela de la Cruz. Fundó casas en Puertollano (Ciudad Real), Huelva Reggio Calabria (Italia), Cádiz, Lugo, Linares (Jaén) y Alcázar de San Juan (Ciudad Real). El 2 de febrero de 1.997 murió su madre con 96 años de edad.
En los últimos días de su vida, cuando la cruz de la enfermedad se le hizo sentir de una forma más dolorosa sólo se le oyó decir momentos antes de su muerte: ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor! Constante en ella fue la unión con el Señor, identificándose con su Voluntad, hasta el 31 de octubre de 1998 que murió a los 72 años de eda.
Sus restos descansan en la Cripta del Convento, donde Santa Ángela estuvo enterrada durante 50 años. Desde su muerte no cesan de llegar hasta ella grupos de personas pidiéndole ayuda y consuelo; se respira aquí paz y gozo. Su vida nos habla de unos valores eternos que todos hemos de ir buscando.